DIA DEL ESCRITOR : «Fentanilo o todo en la mala política ya fue inventado antes de Atenas.»-
24 DE AGOSTO DE 2025.- ( Por Virginia Botana) . Roberto Arlt, necesario, colectivo y plural…
Fue colaborador del Diario Crítica, fundado por Natalio Botana en 1927, donde trabajó como cronista de lla página policiaal y ecribió las «Aguafuertes Porteñas, un conjunto de crónicas literarias que retrataba la vida de Buenos Aires y la marginalidad de sus habitantes.
El 5 de agosto de 1928, Roberto Arlt publica su primera nota costumbrista en el periódico El Mundo; inicia así una sección que, con el título de “Aguafuertes” aparecerá a diario y prácticamente sin interrupciones hasta su muerte el 26 de julio de 1942. En esta columna, Arlt retoma el género costumbrista en su modalidad de crítica ético-social. Posteriormente, la profunda crisis económica y moral ( cualquier semejanza con la realidad, es coincidencia astral ), que sucede al golpe de estado de 1930 agudiza la sensibilidad de Arlt quien asume una actitud de mayor compromiso y denuncia frente a una modernización injusta, en la que el desempleo y la inmigración interna de origen rural se traduce en fuertes contrastes entre el centro de la ciudad y los barrios de la periferia. En 1933 aparece una selección de estas crónicas editadas por Victoria Ocampo, otra grande de las letra nacional y una figura central de la cultura argentina que fundó la revista y Editorial Sur ,l con el mismo título de «Aguafuertes porteñas»..
A partir de 1934, la sección cambia su nombre por el de “Buenos Aires se queja”, se dirige principalmente a las autoridades municipales Fue autor entre otras obras de «Los lanzallamas» ; «Los siete locos»; «El crimen casi perfecto», entre su prolifica obra., Vaya nuestro homenaje, en el » Día del Escritor».-con el rescate de este fragmento de «Aguafuertes…». que parece haber sido publicado esta semana de 2025…..
(TEXTUAL)
» (…) Si usted quiere ser diputado, no hable en favor de las remolachas, del petróleo, del trigo, del impuesto a la renta; no hable de fidelidad a la Constitución, al país; no hable de defensa del obrero, del empleado y del niño. No; si usted quiere ser diputado, exclame por todas partes: -Soy un ladrón, he robado… he robado todo lo que he podido y siempre. Así se expresaba un aspirante a diputado en una novela de Octavio Mirbeau en el «El jardín de los suplicios.»
Discurso que tendría éxito:
He aquí el texto del discurso: Señores…:Si usted es aspirante a candidato a diputado, siga el consejo. Exclamé por todas partes ….»He robado, he robado».
Aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a “acomodarme” mejor. Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a diputado.
«Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden, señores. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino “evolutivamente”. Me permito el lujo de inventar el término que será un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra postor ni por un plato de lentejas en el actual momento histórico y trascendental. Y créanme, señores, yo seré un ladrón, pero antes de vender el país por un plato de lentejas, créanlo…, prefiero ser honrado». Abarquen la magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a diputado.
Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré el Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le regatearé el pienso al caballo del comisario y el bodrio al habitante de la cárcel, y carteles, impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines… ¡Lo que no robaré yo, señores! ¿Qué es lo que no robaré?, díganme ustedes. Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio “ipso facto” a mi candidatura…
Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy un gran ladrón. Y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y consulten mi prontuario. Verán qué performance tengo.! He sido detenido en averiguación de antecedentes como treinta veces; por portación de armas -que no llevaba- otras tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de grupí, rematador falluto, corredor, pequero, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, ayudante de pequero porque me exoneraron de investigaciones; fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, he vendido quinielas, he sido, a veces, padre de pobres y madre de huérfanas, tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve… Señores, si no me creen, vayan al Departamento… verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas que quieren salvar al país, el absolutamente único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina… Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamento en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores… Con este discurso, la matan o lo eligen presidente de la República.