Editorial

Servicios

Estamos en un momento de crisis, cosa que se hace evidente con solo encender una radio, o abrir un periódico. La campaña electoral se está transformando en la “guerra sucia” particular de muchos políticos y medios de comunicación y eso no depende del signo político que detenten, sino que es una cuestión de actitud, diría de aptitud en algunos y de vocación pareciera en otros. Y para colmo la muerte del fiscal Nisman, horas antes de presentarse en el Congreso, parece haber echado combustible a las llamas y hecho arder las pasiones en forma nunca vista. Por un lado los partidos de la oposición, a los que no terminaban de cerrar las encuestas, vieron levantar sus posibilidades en alas de su nueva fe republicana que los transforma en censores de la política. Por el otro los candidatos del gobierno se ven obligados a cerrar filas y de dejar de lado sus aspiraciones hasta que pase la tormenta. ¿Muerte por mano propia? todo indicaría que sí. ¿Inducción al suicidio? Pareciera ser una posibilidad bastante firme. ¿Errores en su aparato de seguridad? Parecen evidentes. Pero lo importante de todo esto, y lo que subyace de cualquier hipótesis, es el rol que puedan haber tenido los servicios de inteligencia. Es inevitable que Nisman, durante la investigación del atentado de la AMIA haya tenido que ponerse en contacto e investigar a través de los distintos niveles y departamentos de la SIDE. Muy probable también que se haya puesto en contacto con la CIA, o con el servicio de inteligencia israelí. ¿Pudo enterarse de algo que los servicios no quería que se pudiera conocer? … Lo concreto es que como están las cosas el que quedó mal parado es el gobierno de Cristina, ¿Porque entonces harían algo así cuando sería quienes mas perderían? Hace algunos años dí a conocer una editorial donde hablaba de una nueva modalidad impulsada por la Central de Inteligencia Americana en aquello países con gobiernos que por algún motivo no les convenían. Los especialistas les llamaban el “golpe blando”. La situación internacional ya no permitía colocar dictaduras militares afines, previamente entrenadas en la “Escuela de las Américas” que Estados Unidos mantenía en Panamá y que llegaron a abarcar toda Sudamérica durante décadas. El nuevo paradigma sostiene que les es más fácil apuntar a los puntos débiles de ese gobierno y debilitarlo aún mas por operaciones encubiertas destinadas básicamente a minar la confianza y lograr que hermanos se enfrenten a hermanos. Son acciones que van desde el debilitamiento gubernamental hasta la fractura institucional. Trataron de hacerlo en Brasil durante el gobierno de Lula, a Evo Morales cuando buscaron provocar la secesión de Oriente Petrolero, la provincia más rica de Bolivia y en donde se encontraban concentradas la mayoría de las grandes empresas norteamericanas, a Chávez mediante los ataques de la cadena Caracol, gigante mediático venezolano, integrante al igual que el grupo Clarín, de ese engendro llamado Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y que, curiosamente, fue fundada directamente por la CIA en los años cincuenta, tres años después de su creación. (Baste decir que la SIP mientras critica a Capitanich por intimidación por romper un diario no denunció la muerte de 23 periodistas durante el golpe militar de Honduras en 2009, golpe apoyado por EEUU) Es evidente que hay que profundizar en la investigación del caso Nisman, pero no sólo mirando a un posible culpable interno, sino involucrando en la pesquisa a todo lo relacionado con los servicios y con las estructuras dependientes que nuestros agentes vernáculos mantienen con sus hermanos mayores de Occidente, creados para la Guerra Fría y que hoy se han transformado en el brazo de dominación de los intereses Norteamericanos en el resto del mundo. Sabemos que hay un muerto, un fiscal de la nación, y que por la situación que representaba su presentación en el Congreso se hace imprescindible una investigación seria y veloz de las circunstancias del suceso. Sabemos que en época de elecciones los ánimos están exaltados y que hay muchos deseosos de sacar ganancias en el río revuelto de la actualidad argentina. Pero por el bien de todos, es el momento de demostrar que sabemos ser maduros, y que podemos tomar conciencia de los peligros que pueden ser fatales para el conjunto del país. Y hagamos un ejercicio de voluntad para no vociferar como acusaciones, lo que hasta ahora es sólo materia de conjetura. Es cuestión, en principio, de mirar quienes pierden y quienes se benefician.

Sergio Stadius

Periodista en Gremios, Política. y Medios UBA - Ex jefe de Prensa del IRAM. Director Hurlingham en Movimiento y de Revista Líder.

Deja un comentario